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tirán ver que las que se refieren a la doma de los potros, a la marcación de los ganados, y otras, sean tan cortas.

Rosas no habla de las importantes cuestiones de las haciendas alzadas y del número de animales que se pueden tener juntos en el mismo rodeo[1]. Cuestiones que discutió la Sociedad Rural el año 1868, y en las que su opinión hubiese tenido mucho peso.

No habla de los señuelos[2], procedimiento tan ingenioso y tan útil de la ganadería extensiva. ¿Los tenía en sus estancias? Su mutismo al respecto predispone a creer que no.

No habla tampoco de hacer sudar los ganados cuando llega la primavera para provocar el engorde, y parece que no lo hacía.

En fin, no habla de tener siempre algunos postes en los rodeos, medida útil para la higiene de los animales, y que tanto contribuye a aquerenciados.

Parece además que Rosas no leía nunca libros de ganadería, otra prueba del poco amor que le profesaba. Los paisanos que pasan la vida observando los animales, llegan como por intuición a distinguir un buen caballo de otros que no lo son, y rara vez se equivocan; pero son incapaces de dar las reglas que los guían en su elección. Rosas lo sabía, y parece haberse encontrado a la misma altura que sus peones sobre el particular; pues les dice que los potrillos que se conservan para padrillos deben ser de buena figura. ¿Qué entendía por buena figura? La expresión, evidentemente, no tiene sentido sino para

  1. Véanse las notas 2ª y 3ª del Apéndice.
  2. Véase la nota 4ª del Apéndice.