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las calidades morales. Los reproductores de la especie caballar, dice, deben ser de ojo humilde, lo que indica un temperamento manso; los de la especie vacuna no deben ser bravos ni emperrados para salir del rodeo. De modo que, dueño de tantos animales, le hubiese sido fácil escoger sus reproductores en sus mejores manadas y en sus mejores rodeos y sin embargo no lo hacía. Sabía que en este número tan considerable de animales saldrían siempre algunos caballos sobresalientes para su tropilla, y eso le bastaba.

Y sin embargo, en el mismo tiempo de Rosas, muchos eran los estancieros que trataban de mejorar sus ganados por la ley de herencia, empleando reproductores que proviniesen de buenas crías.

Es quizás a esa falta de interés por los animales, a ese modo de considerarlos como representantes de valores únicamente, que se debe que la parte adrrúnistrativa de las Instrucciones sea más completa que la parte técnica y por eso he dicho que las consideraba más interesantes bajo el punto de vista histórico que bajo el punto de vista ganaderil. Sin duda, Rosas repite con frecuencia: “como lo tengo ordenado”. En las instrucciones para los Ayudantes recorredores dice: “Lo primero que debe hacer a su llegada a una estancia todo ayudante, es ver en persona el estado de las haciendas bajo todo respecto, si ellas están cuidadas y ordenadas bajo las formas que saben tengo prevenidas y que sin embargo ahora se detallarán para su más exacto cumplimiento ... ”. Con todo, los estancieros de verdad, al leer las Instrucciones, sen-