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CAPITULO I
EL CAMPO, LAS POBLACIONES Y EL PERSONAL

No obstante la creencia general, Rosas no fué un estanciero progresista y de iniciativas, siguió haciendo hasta el fin lo que vió hacer en la estancia de los señores Anchorena, que administró siendo adolescente, limitándose a hacerlo con laboriosidad, método y ahorro. No parece haber tenido nunca la pasión de tener buenos y hermosos anipiales, pasión que hace tan agradable la tarea de los estancieros que tienen el fuego sagrado. En lugar de ambicionar tener los mejores y más hermosos animales, lo que le hubiera sido fácil, ambicionó ser uno de los que tenían mayor número.

Rivadavia habiendo importado merinos, cabras de cachemir, de Angora y caballos de tiro pesado<ref>Véase la nota 1° del Apéndice.</red>, se comprende hasta cierto punto que el Restaurador de las leyes no haya querido imitar al fatuo Rivadavia, importando razas de Europa; pero hemos visto en sus instrucciones que admitía la ley de herencia, tácitamente a lo menos, puesto que encarga que los reproductores tengan ciertos caracteres, y que admitía la ley de herencia no solamente para las calidades físicas, sino también para