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varias, y más tarde de muchas, ese prestigio de gran jinete y gran enlazador, realzado por el prestigio de grim propietario de estancias, no demoró en irradiar en toda la Provincia. Llegado de este modo a la popularidad, sin que lo hubiese soñado probablemente, Rosas resolvió dar un paso más y llegar al gobierno.

He dicho que quizás para mandar a mayor número de hombres, pero es probable también que los indios por una parte, y la anarquía de estos tiempos por otra, estorbaban a ese gran trabajador e influyeron sobre su determinación. “¿Por qué lo quería V. tanto a Rosas? -le pregunté un día a un paisano trabajador, y conocido en su pueblo por su entusiasmo federal. —“Señor, me contestó, porque no se podía vivir en el campo, antes que él fuese el gobierno”. Hizo contra los indios su campaña del Río Colorado, y más tarde se apoderó del mando para dominar la anarquía.

Como su campaña del Río Colorado tuvo resultados muy felices, sus adversarios organizaron contra ella lo que los periodistas parisienses llaman la conspiracion del silencio, evitaron hablar de ella, para que no fuese conocida, y lograron tan bien su intento que, cuando me propuse escribir La Agricultura y la Ganaderia en la República Argentina, no conocía esa campaña sino por el título de Héroe del desierto, discernido a Rosas por sus admiradores, y algunos renglones de Darwin en su Viaje de un naturalista alrededor del mundo, cuando apareció la Historia de la Confederacion Argentina del doctor Saldías que me proporcionó los datos que había buscado inútilmente mucho tiempo. Los principales de estos datos son los siguientes: