Página:Instrucciones a Los Mayordomos de estancias - Juan Manuel de Rosas.pdf/36

Esta página ha sido corregida

rronera, y este servirá para comer o para el fuego...” Grasa. “La leña del gasto debe estar acomodada en los lugares destinados para ello. Mientras haya leña de mostaza, etc., no se gastará pura de rama ó trozo, pues es preciso mesturarla con la de rama y aprovecharla...” Leña.

Al leer las instrucciones de este trabajador incansable, fanático del orden y del ahorro, uno se pregunta ¿qué objeto perseguía? ¿qué interés lo movía? sin encontrar una contestación que satisfaga. Sus mismos enemigos, que tantos cargos le hicieron, no le han reprochado ni la codicia ni la avaricia; ni la pasión del juego ni la del lujo. ¿Para qué tanto trabajar entonces? Quizás porque sus tareas de gran estariciero lo obligaban a tener muchos hombres bajo sus órdenes, pemitiéndole satisfacer así su gusto por el mando, que parece haber sido su pasión dominante. Ni parece haber tenido gran pasión por la ganadería, como lo veremos en los comentarios, pues la abandonó en la fuerza de la edad por el poder, que le permitía tener un mayor número de hombres bajo su dominación. Y en la administración de sus estancias desplegó ese orden, ese método en todo, que era otro rasgo de su temperamento, como se vió más tarde cuando estuvo investido de las extraodinarias. En cuanto al ahorro, aprendió a practicarlo desde los principios de su carrera, pues se sabe que apenas adolescente abandonó la casa paterna, y fué a pedir trabajo a sus primos los señores Anchorena, quienes le confiaron la administración de una de sus estancias. Por lo que se vanagloriaba más tarde de haber adquirido personalmente todo lo que poseía.