Las estrategias para la innovación tecnológica en Castilla y León 32
principal línea de trabajo de los clásicos con relación a la tecnología. David Ricardo admite
que la novedad es favorable a los intereses de los capitalistas y propietarios, pero no
siempre para los trabajadores
[1]
. De forma similar se expresa John Stuart Mill que, si bien
deja claro el efecto positivo sobre la productividad de la invención y uso de herramientas y
máquinas, reconoce que las clases trabajadoras pueden padecer, al menos temporalmente,
efectos negativos relacionados con su introducción en la actividad productiva
[2]
.
Siguiendo la pauta anterior, la teoría neoclásica al centrarse en el análisis del
equilibrio no se adapta bien a la explicación del cambio tecnológico y su importancia. La
herramienta neoclásica básica para el estudio de la tecnología y del cambio tecnológico es
el concepto de función de producción, que describe cuantitativamente los métodos
alternativos de producción de outputs o productos en función de las necesidades de inputs
o factores productivos (Figura I-1). Las curvas isocuantas recogen las posibles
combinaciones de factores productivos que genera un mismo nivel de output, mientras que
las rectas isocostes son las combinaciones de inputs con un mismo coste total. Se
distinguen dos tipos de movimientos: por un lado, a lo largo de la isocuanta, en respuesta a
la variación de los costes de los factores; y, por otro, el traslado de la isocuanta hacia el
origen, consecuencia del progreso tecnológico, pues supone un aumento del producto
reduciendo los inputs requeridos.
- ↑ " Si a consecuencia del uso de máquinas los mejorados medios de producción aumentan la producción neta de un país en grado tan notable que no disminuya la producción bruta (me refiero siempre a la cantidad y no al valor de las mercancías, mejorará entonces la situación de todas las clases" (Ricardo, 1973, p.292).
- ↑ Para este autor "un sector importante de esas mejoras [de productividad] consiste en la invención y uso de herramientas y maquinaria" lo que le lleva a escribir que "estimo que son necesariamente falaces todos los esfuerzos que se hagan para demostrar que las clases trabajadoras en su conjunto no pueden padecer temporalmente por la introducción de maquinaria o la inversión en capital en mejoras permanentes". Aunque reconoce que ésto se da en ciertos casos, "no creo que, tal como se hacen actualmente las cosas, las mejoras en la producción sean con frecuencia, ni siquiera por corto tiempo, perjudiciales para las clases trabajadoras en general. Lo serían si tuvieran lugar de improvisto y en gran escala, pues en este caso una gran parte del capital invertido tiene que salir de los fondos ya empleados como capital circulante" (Mill, 1973 , p. 107-114).