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racion científica de la cordillera patagónica. El último lago recibió el nombre de Menendez, porque fué el padre franciscano de este apellido el que recorrió hace 110 años estas rejiones i probablemente ha navegado tambien este lago.

Un avance mas hácia el sur no hubiera sido difícil. Por lo menos algunas ascensiones a los cerros i determinaciones de latitud habrian dado nuevo material para conjeturar la permanencia de Ftaleufu; pero el viaje de regreso necesitaria un doble o triple tiempo. Habríamos deseado mejor navegar hasta el océano, ya que el tiempo permanecia bueno i la estacion del año, 11 de febrero, no estaba todavia tan avanzada, circunstancias que tal vez no favorecerian en el mismo grado un nuevo viaje. Pero como no queríamos alterar las instrucciones recibidas que habian eliminado de nuestro programa esta parte de las esploraciones, emprendimos la retirada i vivaqueamos cerca de la angostura.

En la ensenada NO del lago Menendez que, como el lago Nicolas, presenta grandes panoramas de precioso aspecto, desemboca un rio de regular tamaño que viene de un valle que se estiende lejos hácia el NO. Cerca de su desembocadura se encuentran dos islas que tienen altas orillas i tupida vejetacion. En vano buscábamos los tres cerros negros mencionados por Menendez que debían servir de «guias para la ciudad de los Césares.»

Mientras el señor Krüger se ocupaba en la angostura norte con observaciones astronómicas, emprendió el señor Selle un reconocimiento hácia el este por la parte central del lago. Se pudo constatar el importante hecho de que el lago Barros Arana posee un gran brazo SE que supera en largura i anchura a los otros brazos. Al este de este gran receptáculo se encuentra una cordillera de 1,200 a 1,500 metros de altura, que se prolonga sin interrupcion en dirección NS i que forma la continuación de la cordillera de Leleque i, como ésta, lleva el divortium aquarum. Es seguramente el mismo cordon, por cuya base oriental cabalgamos hace tres años, cuando desde el rio Lepá, pasando por la laguna Esquel, nos acercábamos al valle Dieziseis de Octubre.

El regreso por el brazo norte fué dificultado por tempestades i solo posible bajo los empinados peñascos de la ribera oeste, que nos protejia del fuerte viento. Ráfagas tempestuosas rasaban con gran fuerza i en cortos intervalos la superficie del lago. Se siguió el viaje remontando el Ftaleufu, i sin novedad alcanzamos la orilla del lago Montt.