Página:Incertidumbre (1902).pdf/13

Esta página ha sido corregida
— 9 —

lo hunden a uno en un abismo, para toda la vida.

—No haces mal el papel de bufón; sin embargo, no carece de encanto el casarse con una amiga de la infancia, cuyo carácter se conoce, cuyos gustos...

—¡Inocente! ¿Crees tú que jamás pueda conocerse a una joven? ¡Casi no me atrevo a alabarme de conocer a mi hermana!

—María Teresa tiene un carácter franco, leal... no comprendo cómo puedes compararla...

—Ciertamente; pero, en cuanto le llegue la hora de la ambición y el amor ¿sabemos lo que será? Papá, el otro día, le dijo, riéndose, que tenía seducido al Conde de Chateliez... Tú, como yo, la viste sonrojarse hasta parecer una amapola y murmurar:

—Padre, su amigo es algo maduro... ¿No ha pasado ya los cuarenta años?... Si fuera más joven, tal vez me dejaría tentar... Seduce el título de condesa. ¡Condesa María Teresa! ¡No haría mala frase!...

—Es cierto.

El tono sombrío con que Juan pronunció estas palabras, pareció a Jaime tan expresivo que estuvo a punto de exclamar:—¡Ea, cuéntame tu secreto, Juan! ¿Acaso no soy tu hermano, por nuestra larga intimidad? ¡Tómame por confidente, pobre diablo, y sufrirás menos!

Pero guardó silencio, conociendo la naturaleza altiva de su amigo, y los obstáculos serios que lo separan de su hermana.