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Acta Apostolicae Sedis - Comentario Oficial

por Bonifacio, enviado por el Romano Pontífice como heraldo del Evangelio y legado de la Sede Apostólica. Por lo tanto, precisamente por este motivo, el presente coloquio con vosotros es un motivo de consuelo mutuo y satisfacción paterna. De hecho, si bien de todo corazón compartimos con vosotros esta nuestra esperanza y alegría, confirmamos nuestro amor por vosotros y nuestra benevolencia paterna hacia toda su pueblo, al mismo tiempo conmemoramos con gran placer la antigua unión, que ardienetemente deseamos, del pueblo germánico con esta Sede Apostólica. Marcó el comienzo de vuestra fe, que floreció después de que la Delegación de la Sede Apostólica romana fue asignada a ese gran varón, ennoblecida por los gloriosos logros y finalmente confirmada por la propia sangre del mismo mártir.

Y ahora, finalizado el duodécimo siglo desde el muy feliz comienzo en ella de la religión católica, con razón vemos vuestra preparación, en la medida en que la situación actual lo permita, de celebraciones del centenario, que celebrarán esta nueva era de la civilización cristiana dignas de alabanza, con un agradecido recuerdo. La misión y la predicación de Bonifacio continuaron con el trabajo de sus discípulos y sucesores, y ese fue el comienzo de la salvación y la prosperidad de Alemania.

Sabemos, amado Hijo y Venerables Hermanos, que no solo se ofrecen el recuerdo feliz y una afortunada celebración, sino también esperamos una verdadera mejora del presente y la tan deseada restauración, para el futuro, de la unidad religiosa y de la paz. De hecho, estos bienes supremos, que se derivan únicamente de la fe y de la caridad cristianas, transmitidas desde el cielo por Cristo, nuestro Dios y Señor, se han confiado a su Iglesia y al Romano Pontífice, su Vicario en la tierra, para que puedan ser mantenidos, propagados y defendidos. De ahí la unión necesaria con esta Sede Apostólica, de la que Bonifacio fue perfecto heraldo y ejemplo; de ahí también el nacimiento de esa comprensión mutua, de la amistad y los buenos oficios entre la Sede romana y su pueblo