llero; mas no pndiendo lograr darme razon de esta desaparicion, sentí un disgusto inesplicable. Pareciome entonces que tenia un dolor muy vivo en el cmpeine del pié izquierdo, y aunque confusa y vagamente comenzó å pintarse en mi entendimiento la conciencia de mi situacion. Lo raro es que no esperimenté admiracion ni terror; y si alguna emocion pasó por mi, fué la de una especie de satisfaccion ó de complacencia , pensando en la destreza que tendria que desplegar para salir de situacion tan estraña ; porque ni por un solo instante me asaltó la idea de la muerte. Permanecí algunos minutos sumido en profunda meditacion, y hasta recuerdo perfectamente , que mas de una vez apreté los labios, coloqué el indice á un lado de la nariz, y hasla gesticulé de la misma manera que suele hacerlo una persona cómodamente arrellanada en un sillon cuando medita so-
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SIN IGUAL.