á capas mas y mas densas de la atmósfera lunar.
Entretanto mi descenso se verificaba con ona extraordinaria impetuosidad y no lardé en cerciorarme con espanto, de que si bien no me 'habria probablemente equivocado ał contar con una atmósfera cuya densidad fuese proporciona! al volůmen del satélite; había si cometido el error de contar, con que semejante densidad pudiese ni aun en la supericie, ser bastante á soportar el peso enorme conteņido en la barquilla del globo.
Esto debió verificarse de igual manera que en la superficie terrestre, suponiendo que en el planeta y su satélile la gravedad ó peso real de los cuerpos, se hallase en razon de la densidad atmosférica; pero no se verificó, segun mi caida precipitada lo demostraba con sobrada evidencia. ¿ Por qué? Es imposible esplicarlo de otro modo que por medio