la superficie de la tierra antes de diez minutos. ¡ Dentro de diez minutos estaré aniquilado, deshecho!...
Al cabo la reflexion vino en mi ayuda; hice una pausa, medité y comencé á dudar.
Era imposible descenso tan violento y rápido, y ademas, aunque evidentemente me acercaba á la superficie que tenia debajo; mi velocidad real, ho era ni con mucho la espantosa que en ël primer momento imaginė.
Estas consideraćiones sirvieron de eficaz calmante & la perturbaGion de mis ideas, y al cabo pude mirar 'el fenómeno bajo su verdadero punto .de vista. Si el espanto no me hubiera embargado los sentidos trastofnando sus aprečiaciones, no era posible hubiese dėjado de reparat la inmensá diferéncia què habia entre el aspecto de la sùperficie que se hallaba á mis piés y él de mi