cañas y de cieno, punto de reunión habitual de las aves acuáticas. La vegetación, como se comprenderá, es pobre, ó mejor dicho, enana, encontrándose sólo árboles pequeños. Hacia la extremidad occidental, en el sitio donde se elevan el fuerte Moultrie y algunas miseras construcciones de madera, habitadas durante el verano por los que huyen del polvo y de las fiebres de Charleston, se encuentra, á decir verdad, la palmera setijera; pero toda la isla, excepto ese punto occidental y un espacio de aspecto triste y blanquizco, a orillas del mar, está llena de matorrales de ese mirto oloroso tan apreciado por los horticultores ingleses.
Este arbusto alcanza con frecuencia una altura de quince ó veinte pies; forma espesuras casi impenetrables y embalsama la atmósfera con sus perfumes.
En lo más profundo de esos bosquecillos, no lejos de la extremidad oriental de la isla, que es la más lejana, Legrand construyó una choza, en la cual habitaba cuando por primera vez, y merced á una casualidad, trabé conocimiento con él, conocimiento que se convirtió á poco en amistad, porque el solitario era muy digno de aprecio. Pronto eché de ver que había recibido una esmerada educación, bien aprovechada por sus facultades nada comunes; pero acosabale una profunda misantropía y estaba sujeto a enojosas alternativas de entusiasmo y de tristeza. Aunque tenia muchos libros, rara vez los leía; la caza y la pesca eran su principal pasatiempo, ó bien paseábase por la playa, buscando conchas y muestras entomológicas: su colección hubiera sido envidiada hasta por el mismo Swammerdam. En sus excursiones solia acompañarle un negro anciano, llamado Júpiter, que a pesar de haber obtenido su libertad antes de sufrir la familia los reveses de la fortuna, no quiso acceder, ni por amenazas ni por promesas, á separarse de su joven massa (amo, señor) Guillermo, considerandose con derecho