jones no representan todo lo que estos contenían? La señora de Espanaye y su hija vivían muy retiradas, sin recibir visitas; rara vez salian, y por lo tanto no necesitaban cambiar de traje con frecuencia. Los vestidos que se hallaron eran seguramente de tan buena calidad como los mejores que esas señoras usaban; y si un ladrón hubiera tomado algunos ¿por qué no se habria llevado estos, ó más bien, todos ellos?
Y además ¿por qué abandonar aquellos cuatro mil francos para cargarse con un lío de ropa? El oro estaba abandonado alli; en el suelo se hallaron los sacos con casi toda la suma designada por el banquero Mignaud, y de consiguiente quiero alejar de vuestro pensamiento la vulgar idea del interés, idea engendrada en el cerebro de los agentes de policía por efecto de las declaraciones que hablan del dinero entregado en la puerta misma de la casa. Cada día se producen coincidencias diez veces más notables que ésta (la entrega de la suma y el asesinato cometido tres días después en la persona que la recibió), sin que nos llamen la atención ni siquiera un minuto. Las coincidencias suelen ser generalmente piedras de toque en la senda que recorren esos pobres pensadores mal educados, los cuales no conocen ni una palabra de la teoría de las probabilidades, á la que el saber humano debe sus más gloriosas conquistas y sus más hermosos descubrimientos. En el caso presente, si el oro hubiese desaparecido, el hecho de haberse entregado tres días antes sería algo más que una coincidencia, pues corroboraria la idea del interés; pero en las circunstancias en que nos hallamos, si suponemos que el oro fué el móvil del ataque, se ha de convenir también en que el criminal era bastante idiota para olvidar á la vez su oro y la causa que le indujo á obrar.
Fije usted ahora bien su atención en los puntos siguientes, muy dignos de tenerse en cuenta: esa voz