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Doble asesinato

persona alguna franquear la puerta de la casa, excepto un mozo de cordel dos ó tres veces, y un médico ocho ó diez.

»Otras varias personas de la vecindad declaran en el mismo sentido; no se sabe que nadie haya frecuentado la casa, ni tampoco si la madre y su hija tenían parientes. Rara vez se abrian los postigos de las ventanas de la fachada principal; las de la parte posterior permanecían siempre cerradas, excepto la de la habitación grande del cuarto piso. La casa, bastante buena, no era muy vieja.

»Isidoro Muset, gendarme: declara que se le ha llamado á eso de las tres de la madrugada, y que encontró ante la puerta principal veinte ó treinta personas que trataban de penetrar en la casa. Forzó la puerta con su bayoneta, sin mucho trabajo, porque tenía dos hojas y no estaba enmohecida. Los gritos · continuaron hasta que se hundió la puerta, y después cesaron repentinamente; hubierase dicho que eran de una ó dos personas aquejadas de agudos dolores; eran muy penetrantes y prolongados, y no breves. El testigo franqueó la escalera, y al llegar al primer piso oyó dos voces ruidosas, como de dos personas que disputaran violentamente; la una brusca, y la otra más chillona y muy singular; reconoció algunas palabras pronunciadas por la primera y comprendió que eran de un francés, siendo evidente que no las decia una mujer. Pudo oir bien las palabras maldito y diablo. La voz chillona debía ser de un extranjero, y no podía asegurar si era de hombre ó de mujer; no le fué posible adivinar lo que decía, si bien presume que hablaba español. El testigo describe el estado de la habitación y de los cadáveres en los mismos términos que lo hicimos ayer.

»Enrique Duval, vecino y de oficio platero: declara que formaba parte del grupo que primero entró en la