Observar con atención equivale á recordar distintamente, y bajo este punto de vista, el jugador de ajedrez, capaz de concentrar aquella mucho, será una notabilidad en el whist, puesto que las reglas de Hoyle, basadas en el simple mecanismo del juego, son en general facilmente inteligibles.
He aquí por qué el tener una memoria fácil y proceder según las reglas del libro son puntos que constituyen para el vulgo el summum del buen jugador; pero en los casos que se hallan fuera de la regla es en los que se manifiesta el talento del analista, el cual hace en silencio muchas observaciones y deducciones. Sus contrincantes le imitan acaso, y la diferencia de valor en los datos asi adquiridos no existe tanto en la exactitud de la deducción como en la calidad de la observación: lo importante y principal es saber lo que se ha de observar. Nuestro jugador no se limita á su juego, y aunque este último sea el primer objeto de su atención, no prescinde por eso de las deducciones que nacen de objetos extraños al mismo; examina la fisonomia de su compañero, compárala cuidadosamente con la de cada uno de sus competidores y observa su manera de distribuir las cartas; gracias á las miradas que no saben reprimir los que están satisfechos, cuenta á veces los tantos que pueden ganar; se fija en cada movimiento del semblante á medida que el juego adelanta; y recoge así un capital de pensamientos en las variadas expresiones de seguridad, de sorpresa, de triunfo ó de mal humor. Por la manera de recoger una puesta, adivina si la misma persona podra repetir la operación después; y reconoce lo que se ha jugado en falso por el aire con que se arroja el naipe sobre la mesa. Una palabra accidental ó involuntaria, una carta que se cae ó se vuelve por casualidad, que se recoge ansiosamente ó con indiferencia; el modo de contar las puestas y de alinearlas; la incertidumbre,