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El pozo y el péndulo

EL POZO Y EL PENDULOtargo ó de un sueño. Aquellos ángulos se producían simplemente por algunas ligeras depresiones á intervalos desiguales; la forma general del calabozo era un cuadrado; y lo que yo había tomado por mampostería asemejábase ahora al hierro, ó cualquiera otro metal, en forma de grandes planchas, cuyas suturas producian las depresiones. Toda la superficie de aquella construcción metálica estaba toscamente pintarrajada con todos los hediondos y repulsivos emblemas á que dió nacimiento la superstición sepulcral de los frailes; varias figuras de diablos con aspecto amenazador, formas de esqueletos y otras imágenes horribles manchaban aquellas paredes en toda su extensión. Observé que los contornos de estas monstruosidades se marcaban bastante bien, pero que los colores estaban marchitos y alterados, como por efecto de una atmósfera húmeda; y también noté entonces que el suelo era de piedra. En el centro veía la boca circular del pozo de que había escapado, y que era el único.

Vi todo esto confusamente, no sin algún esfuerzo, pues mi posición física había cambiado singularmente durante mi sueño: estaba tendido de espalda en una especie de tablado de madera muy bajo, y atado fuertemente por una cosa que me pareció una correa, la cual se arrollaba varias veces al rededor de mis miembros y del cuerpo, dejando sólo libres la cabeza y el brazo izquierdo; mas para mover este último á fin de tomar el alimento de una especie de escudilla puesta junto á mi en el suelo, érame preciso esforzarme penosamente. Con terror eché de ver que se habían llevado la jarra, y digo con terror porque me devoraba una sed intolerable. Parecióme entonces que el plan de mis verdugos era exasperar mi sed, pues el alimento contenido en la escudilla estaba cargado de especias.

Alcé la vista para examinar el techo de mi prisión;