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El pozo y el péndulo

y el ardiente deseo de comprender mi verdadera situación. Después ansié vivamente volver á la insensibilidad; pero el alma renació de improviso, é intenté, con buen resultado, el movimiento. Entonces recordé del todo el proceso, las colgaduras negras, la sentencia, mi debilidad y mi desvanecimiento; pero olvidé completamente lo que siguió; y sólo más tarde, por un esfuerzo de energía, consegui recordarlo de una manera vaga.

Hasta entonces no habia abierto los ojos; pero comprendía que me hallaba tendido de espaldas y sin ligaduras; extendí el brazo, y mi mano cayó pesadamente sobre alguna cosa húmeda y dura; no la retiré durante algunos minutos, y esforcéme por adivinar dónde podía hallarme y qué era de mí; estaba impaciente por servirme de mis ojos; pero no me atrevía á ello, temiendo dirigir la primera mirada sobre los objetos que tenia al rededor. No era porque me arredrase ver cosas horribles, sino porque me espantaba la idea de no ver cosa alguna. Al fin, poseído de indecible angustia, abrí los ojos vivamente: mi horrible idea se confirmaba; rodeabanme las tinieblas de la noche eterna; hice un esfuerzo para respirar, y parecíame que la oscuridad me oprimia y sofocaba. La pesadez de la atmósfera era intolerable; permaneci echado tranquilamente, y esforcéme para reflexionar. De pronto recordé los procedimientos de la Inquisición, y partiendo de aquí, procuré darme cuenta de mi estado en aquel momento.

Parecíame que después de dictada la sentencia había transcurrido mucho tiempo; pero no imaginé un solo instante que pudiera estar verdaderamente muerto. Semejante idea, a pesar de todas las ficciones literarias, es de todo punto incompatible con la existencia real; pero ¿dónde estaba, y en qué situación?