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Aventura de Hans Pfaall

bajar sano y salvo, ó mejor dicho, en el apoyo de una atmósfera existente en estado de densidad hipotética.

Por lo demás, si había hecho una conjetura absurda, debía suponer que el desenlace de mi excursión sería quedar pulverizado contra la áspera superficie del satélite: en una palabra, tenía mil razones para estar atemorizado.

La distancia que me separaba de la luna era comparativamente insignificante; pero el trabajo exigido por el condensador no había disminuido en nada, ni veía indicio alguno de densidad creciente en la atmósfera. Abril.—Esta mañana, á eso de las nueve, hallandome espantosamente cerca de la superficie lunar, y cuando mi inquietud llegaba á su colmo, he observado con mucha alegría que el pistón del condensador daba señales evidentes de una alteración en la atmósfera.

A las diez tuve motivos para creer que su densidad habia aumentado considerablemente; á las once, el aparato exigía sólo un trabajo muy ligero; á medio día me aventuré, no sin alguna vacilación, á aflojar el torniquete, y al ver que no daba ningún mal resultado, abrí con resolución la cámara de cautchuc y descubrí la barquilla. Como ya debía esperarlo, una violenta migraña, acompañada de espasmos, fué la consecuencia inmediata de un experimento tan precipitado y lleno de peligros; pero como estos y otros inconvenientes para la respiración no eran de tal carácter que pusieran mi vida en peligro, me resigué á sufrirlos, tanto más cuanto que tenía motivos para esperar que desaparecerian progresivamente, pues á cada minuto me aproximaba á las capas más densas de la atmósfera lunar. Sin embargo, mi aproximación se efectuaba con impetuosidad excesiva, y bien pronto quedó demostrado cosa muy alarmante para mí que si no me engañaba, probablemente, al contar con una atmósfera cuya densidad debía ser proporcional al volumen