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Edgardo Poe

el planeta de vez en cuando. En las últimas cuarenta y ocho horas aquel obstáculo me impidió la observación; y como la altura á que me hallaba era excesiva, confundíame con aquellas masas flotantes de vapor, y el inconveniente aumentaba á medida que ascendía.

No obstante, pude reconocer sin dificultad que el globo se cernía entonces sobre el grupo de los grandes lagos de la América del Norte, corriéndose directamente hacia el Sud, lo cual debía conducirme muy pronto en dirección á los trópicos.

Esta circunstancia fué para mí altamente satisfactoria, y consideréla como un feliz presagio de mi triunfo. A decir verdad, la dirección que había tomado hasta entonces me inquieto, pues era evidente que si la hubiera seguido largo tiempo, no me habría sido posible llegar á la luna, cuya órbita no está inclinada sobre la ecliptica sino en un pequeño ángulo de 5º 8' 48".

Por extraño que esto parezca, hasta aquel periodo tardío no comencé á comprender la gran falta que había cometido al no partir de algún punto terrestre situado en el plano de la elipse lunar. Abril.—El diámetro de la tierra ha disminuido hoy mucho, y la superficie adquiere por momentos un tinte amarillo más pronunciado. El globo se ha deslizado siempre en linea recta hacia el sud, llegando á las 9 de la noche sobre la costa norte del golfo de Méjico. Abril.—Un ruido sordo, un crugido terrible que no me podía explicar en manera alguna, me despertó de improviso á las cinco de la mañana; fué breve, pero mientras duró, no se parecía á ninguno de los ruidos que jamás oyera. Inútil parece decir que esto me alarmó mucho, pues al pronto crei que el globo se desgarraba; pero al examinar todo el aparejo atentamente, no encontré el menor desperfecto. He pasado la mayor parte del día haciendo conjeturas sobre tan extraordinario accidente, pero sin hallar una explicación satis-