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EL GATO NEGRO
N
o espero ni solicito que se crea la muy extraña , aunque familiar historia que voy a trasladar al papel; y verdaderamente fuera locura confiar en que se me diese crédito, puesto que mis sentidos rechazan su propio testimonio. Sin embargo, no estoy loco, y seguramente no sueño; pero mañana he de morir, y hoy quiero descargar mi conciencia. Lo que me propongo desde luego es referir al mundo, clara y sucintamente, sin comentarios de ningún género, una serie de simples acontecimientos domésticos, que por sus consecuencias me han aterrado, martirizado y aniquilado. A pesar de ello, no trataré de dilucidarlos, pues á mí me inspiraron solamente horror, por más que á muchas personas les parecerán más extravagantes que