tud, como la gaviota cuando roza sus alas con las crestas del oleage, en que la blanca espuma esmalta con sus copos el azul del piélago que sirve de espejo á Dios. Yo no pude, ni quise, continuar mis infructuosas pesquisas, y entré á descansar de mi loca excursion en el café, de que habia salido buscando la clave de un enigma social, sospechado por mi arrebatada fantasía en aquel tipo singular y repelente.
—Este viejo, dije para mí, es el génio del crímen tenebroso y profundo. Su afan consiste en no estar solo, y por eso es el hombre voluntariamente perdido en la multitud. En balde le hubiera seguido un dia y otro para saber su secreto ó conocer sus actos. El arcano es el sello de su particular destino. El peor corazon del mundo es un libro mil veces más infame y odioso que ese Hortulus animæ de Grünninger, de quien ha dicho Alemania su célebre: est læsst sich nieht lesen. Quizás sea una de las mayores misericordias del Sér Supremo que, esas almas condenadas sean como aquel libro inmundo, y así permite que no se dejen leer.