radical de la tendencia en cuestion. Tan fácil es de conocer y distinguir como imposible de comprender. No hay hombre, por ejemplo, que en ciertos momentos no haya sentido un vivo deseo de atormentar al que le escucha con circunloquios y rodeos. Bien sabe el que así habla que está disgustando; sin embargo de ordinario tiene la mejor intencion de agradar, es breve y claro en sus razonamientos, y de sus lábios sale un lenguaje tan lacónico como luminoso; solo, pues, con gran trabajo puede violentar de tal manera su palabra; por otra parte el sugeto de que se trata teme provocar el mal humor de aquel á quien se dirige. Esto no obstante hiere su imaginacion el pensamiento de provocar aquel mal humor con ambages y digresiones, y este simple pensamiento basta. El movimiento se convierte en veleidad, la veleidad crece hasta trocarse en deseo, el deseo acaba por ser necesidad irresistible, y la necesidad se satisface, con gran pesar y mortificacion del que habla y arrostrando todas las consecuencias.
Tenemos una obligacion que cumplir y cuyo cumplimiento no admite demora. Sabemos que en el menor retardo va nuestra ruina. La crisis más importante de nuestra vida reclama nuestra inmediata accion y energía con alta é imperiosa voz. La impaciencia de poner manos á la obra nos abrasa y consume; el placer anticipađọ de un glorioso éxito inflama nuestra alma.