ficie que tenía debajo, mi velocidad real, no era ni con mucho la espantosa que en el primer momento imaginé.
Estas consideraciones sirvieron de eficaz calmante á la perturbacion de mis ideas, y al cabo pude mirar el fenómeno bajo su verdadero punto de vista. Si el espanto no me hubiera embargado los sentidos, trastornando sus apreciaciones, no era posible hubiese dejado de reparar la inmensa diferencia que habia entre el aspecto de la superficie que se hallaba á mis piés y el de mi planeta natal. Este se encontraba encima de mi cabeza completamente oculto por el globo, mientras que la luna,-la luna misma en todo su esplendor,-se mostraba bajo mis plantas.
La sorpresa y estupor que produjo en mi espíritu tan extraordinario cambio de situacion, era en resumidas cuentas, lo más pasmoso y menos esplicable de la aventura; porque semejante trastorno, sobre ser tan natural como inevitable, con mucha antelacion lo tenía previsto tal cual no podía menos de preveer una circunstancia sencilla, consecuencia inmediata de llegar al punto del camino, en que la atraccion planetaria fuese sustituida por la del satélite; ó halando con más exactitud, cuando la gravitacion del globo, fuese mayor hácia la luna que hácia la tierra.
Tambien es verdad que me despertaba de un profundo sueño, y todos mis sentidos se encontraban embotados, cuando súbitamente se me