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EDGAR POE.

mi rostro desde una altura de cerca de cuatro piés y despertándome instantáneamente, por profundo que fuese el sueño en que me hallara sumido.

Serian lo menos las once cuando concluí estos preparativos y sin perder un momento me acosté, con entera confianza en la eficacia de mi invencion. No fué mi esperanza vana, y de sesenta en sesenta minutos me despertaba puntualmente el nuevo y fidelísimo cronómetro; me levantaba; vaciaba el contenido del cántaro en el barril; hacia funcionar el condensador y volvia enseguida á acostarme. Menos cansancio me produjeron estas interrupciones regulares de sueño que lo que esperaba yo, y cuando me levanté de la cama definitivamente, eran ya las siete y el sol se hallaba algunos grados por encima de mi horizonte.

3 de Abril.-El globo llegó á una altura inmensa, y la convexidad de la tierra se presentó de un modo muy marcado. Ví debajo en el Occéano una multitud de puntos negros que indudablemente debian ser islas; por encima parecióme que tenia el cielo un negro azabache, y las estrellas centelleaban perfectamente visibles, fenómeno que observé desde el dia primero de mi ascension. Muy léjos y hácia el Norte, percibí en el contorno del horizonte una faja ó línea delgada, blanca y muy brillante; que desde luego imaginé habia de ser el límite Sur de los hielos, en los mares del polo Norte. Sobrescitóse mi cu-