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EDGAR POE.

completamente la atmósfera, así que la única dificultad que tenía que vencer, consistía en inventar un procedimiento para despertarme en el momento requerido, y debo confesar, que me produjo no escasa desazon la solucion de este t problema.

Habia yo oido el cuento del estudiante, queat para no dormirse mientras quería trabajar, tenía en una mano una bola de cobre que al dormirse se le escapaba de las manos y caía sobre una jofaina del mismo metal, produciendo un estrépito capaz de despertarle; pero mi situacion era muy distinta de la suya, pues no trataba de estarme en vela, sino de despertarme con intérvalos regulares. Imaginé pues el espediente que voy á decir, y cuyo descubrimiento, á pesar de ser tan sencillo, produjo en mi ánimo una impresion absoluta y exactamente comparable á la que dehieron producir en sus autores, la del telescopio, de la máquina de vapor y de la imprenta misma.

Debe tenerse presente que el globo, á la altura en que estaba, continuaba subiendo con perfecta regularidad, y la barquilla por consiguiente al seguirle, no esperimentaba la más ligera oscilacion. Esta circunstancia favorecía en estremo el plan que adopté. Tenia embarcadala provision de agua en barriles de cinco gallones cada uno, que se encontraban sujetas sólidamente á las paredes de la barquilla: desaté uno de ellos, y tomando dos cuerdas, las aseguré al