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HISTORIAS ESTRAORDINARIAS

sobrado grandes para absorver por completo toda mi atencion.

A las cinco de la tarde, mientras renovaba la atmósfera, estuve observando por la válvula á la gata y sus hijuelos. Parecióme que la madre sufría mucho, y sin titubear creí debía atribuirlo particularmente á la dificultad de respirar; pero en cuanto á los gatillos, produjo un resultado bien sorprendente mi esperimento.

Como es natural, esperaba yo que manifestaran alguna sensacion de disgusto ó de malestar aun cuando fuera en menor grado que la madre, y esto hubiese confirmado suficientemente mi teoría respecto á la presion atmosférica; pero por más que los observé detenida y escrupulosamente, no percibí el síntoma más leve de alteracion en su salud, ni la menor señal de malestar. Hecho tan estraño era inesplicable, á menos de amplíar mi teorfa, suponiendo que la atmósfera ambiente en estremo rara, podía (contra lo que yo pensé desde un principio) no ser química - mente insuficiente ó impropia para la vitalidad; de manera que una persona nacida en aquel medio tan raro, no sentiría molestia al respirarle, mientras que llevada á respirar en capas atmosféricas más cercanas á la tierra y por consiguiente más densas, parecia verosímil sufriese dolores análogos á los esperimentados por mí en aquel dia. Poco despues tuvo lugar un desgraciado incidente, cuyo recuerdo siempre me producirá disgusto, y que consistió en perder mi