ba lugar á la duda y vasto campo á las conjeturas.
Suponiendo verificada una ascension á una altura cualquiera dada, es el hecho, que la cantidad de aire ponderable que se atraviesa durante todo el perfodo ulterior de la ascension, no se encuentra en proporcion con la altura adicional adquirida, segun ha podido verse por lo que ante dijimos, sino que tiene con ella una razon constantemente decreciente. Será por tanto evidente, que si nos elevamos á la mayor altura posible, no podamos literalmente llegar á un límite ó término, mas allá del cual cese absolutamente de existir la atmósfera. Mi conclusion fué que debia existir, por más que podria á la verdad, tener un estado de rarefaccion infinito.
Bien sé que por otra parte no escasean los argumentos para probar que la atmósfera tiene un límite real y determinado, pasado el cual no hay aire respirable; pero existe una circunstancia, que los que así opinan no han tenido en cuenta, y que si bien no es una concluyente refutacion de su doctrina, es asunto sobrado digno de una investigacion concienzuda y grave.
Comparando los intérvalos de tiempo entre los pasos sucesivos del cometa de Encke por su perihelio, y tomando en cuenta todas las perturbaciones producidas por la atraccion planetaria; vemos que los períodos disminuyen gradualmente, ó lo que es lo mismo, el eje mayor de la