apretadas que un tornillo, y retorciendo el cuerpo por encima, caí de cabeza y jadeando en el fondo de la barquilla.
Hasta que hubo transcurrido cierto tiempo, no fuí bastante dueño de mí mismo para ocuparme del globo, pero asf que pude hacerlo, lo examiné atentamente y observé con la mayor alegria que ningun daño habia sufrido, hallando asimismo intactos mis instrumentos todos y sin menoscabo por dicha el lastre, ni las provisiones; aunque bien es verdad, que todo lo habia yo sujetado con firmeza en su lugar y era dificilísimo trastorno alguno. Miré el reloj y eran las seis: continuaba ascendiendo, rápidamente y segun la observacion de mi barómetro estaba á tres millas y tres cuartos de altura. Exactamente debajo del globo, percíbf en el Occéano un objeto negro y pequeño, y un tanto alargado, semejante en dimensiones á una ficha de dominó y parecido más que á otra cosa á un juguete: le dirigi el telescopio y ví con claridad era un navio inglés de noventa y cuatro cañones balanceándose pesadamente en el mar, orzando y con la proa al este-sud-oeste. Escepto este bugue no ví absolutamente objeto alguno sino el mar, el cielo, y el sol que hacia tiempo ya se hallaba en el horizonte.
Es llegado el caso de manifestar á Vuecencias el objeto de mi viage. Supongo no habrán Vuecencias echado en olvido que mi deplorable situacion en Rotterdam acabó porque me deci-