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EDGAR POE.

— ¡Tonto! El segundo.

— ¡Avestruz! El tercero.

— ¡Burro! El cuarto.

— ¡Simple! El quinto.

— ¡Badulaque! El sesto.

— ¡Largo de aquí! Me dijo el sétimo.

Esto me apesadumbró sobre manera, y fui á ver á mi padre.

— Padre mió, le pregunté, ¿cuál es la mision de mi vida?

— Hijo mió, me contestó, el estudio de la nasologia pero al desnarigar al Elector has traspasado los límites de tus propósitos. Tienes unas narices preciosísimas; pero Bluddennuff ya no las tiene. Te concedo que en Fum-Fudge la grandeza de una notabilidad es proporcionada á la dimension de su trompa; pero, por Dios, hijo, sabe que no hay rivalidad posible para con una notabilidad que no tenga absolutamente ninguna.