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EDGAR POE.

del brazo: tu educacion está terminada, creo que es ya tiempo de que hagas tu entrada en el mundo, y para marchar en él, lo mejor que debes hacer es seguir simplemente tus narices. Así, pues, y por lo tanto, lárgate y que Dios te asista, gritóme; añadiendo á sus palabras sendos puntapiés, que yo iba recibiendo hasta que llegué á la puerta de la calle.

Bueno, más aun, útil creí el aviso paternal y resolví seguir á mis narices. Con mayor fuerza de la acostumbrada me di de ella tres tirones mayúsculos y de ellas brotó un ensayo sobre la nasologia.

Todo Fum Fudge se quedó vizco con mi opúsculo.

— ¡Admirable ingenio! Dijo el Quarterly.

— ¡Preciosa Phisiologia! Dijo el Westminster.

— ¡No está mal pillo! Dijo el Foreign.

— ¡Buen escritor! Dijo el Edimburgo.

— ¡Profundo pensador! Dijo el Dublin.

— ¡Grande hombre! Dijo Bentley.

— ¡Alma divina! Dijo Fraser.

— ¡Uno de los nuestros! Dijo Blackwood.

— ¿Quién será? Dijo la señora Media-Azul.

— ¿Qué será? Dijo la señorita Media-Azul.

No paré mientes en cuanto dijeron de mí estas gentecillas, y desdeñándolas me fui al estudio de un artista.

Estaba este retratando á la Duquesa de Dios-me-Bendiga; el Marqués de Tal-y-tal tenia el perrito de aguas de la Duquesa; el Conde de Es-