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X.

DEBATE CON UNA MOMIA.


No poco cansados hallábanse mis nérvios, con el Symposium de la noche de ayer. Terrible jaqueca me abrumaba y me caia de sueño. En vez de pasar la noche fuera de casa, como intentado tenía, ocurrióseme que el partido más prudente que deberia seguir era cenar una friolerilla y acostarme.

Finalizado mi frugal banquete y despues de haberme calado el gorro de dormir, con la deliciosa esperanza de gozar hasta las doce de la mañana, cuando menos, acurruqué la cabeza sobre la almohada y á favor de la santa tranquilidad de mi conciencia, caí instantáneamente en el más profundo sueño.

Pero ¿cuándo ha visto el hombre realizadas sus esperanzas? Quizá no habria acabado de dar el tercer ronquido, cuando un furioso repiquete estremeció la puerta de la calle y las impacientes aldabadas me hicieron despertar sobresaltado. Un minuto despues, estando aun