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HISTORIAS ESTRAORDINARIAS

bre todos un velo de mortificacion y tristeza; reinó un silencio profundo durante algunos minutos, durante el cual sentí á pesar mió, hervir mis mejillas bajo, el peso de las miradas ardientes en desprecio y en reprobacion de los menos endurecidos de alma de la sociedad. Aun confesaré que mi corazon se encontró momentáneamente descargado de un intolerable peso de angustia. Las pesadas hojas de la puerta de la sala se abrieron de par en par, de un solo golpe, con una impetuosidad tan violenta y tan vigorosa que todas las bugías se apagaron como por encantamiento. Más la luz moribunda me permitió ver que un extrangero había entrado, un hombre casi de mi estatura, y completamente envuelto en una capa. En aquel momento las tinieblas eran completas y podíamos solamente sentir que estaba enmedio, de nosotros. Antes que alguno de nosotros hubiese vuelto del escesivo asombro en que nos había conducido esta violencia, oimos la voz del intruso:

— Caballeros, dijo con una voz muy baja, pero distinta, con un acento inolvidable que penetró hasta la médula de mis huesos, caballeros, no trato de justificar mi conducta, porque obrando así, no he hecho más que cumplir un deber. No conocéis sin duda el verdadero carácter de la persona que ha ganado esta noche una suma enorme al ecarté á lord Glendinning. Voy á proponeros un medio espedito y decisivo para procuraros conocimientos útilísimos. Examinad,