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EDGAR POE.

ducir la credulidad humana, y sin sonreirme de la prodigiosa fuerza de mi imaginacion que habia heredado de mi familia. Ademas, la vida que llevaba en Ton no contribuía poco á aumentar esta especie de escepticismo.

El torbellino de locura, en que me hundí inmediatamente y sin reflexion alguna, lo destruyó todo, escepto la espuma de mis horas pasadas, que absorvió de un solo golpe toda impresion sólida y seria, y no dejó absolutamente en mi recuerdo más que los aturdimientos de mi existencia precedente.

No tengo ahora intencion de trazar aquí la historia de mis miserables desórdenes, desórdenes que desafiaban toda ley y eludían toda vigilancia. Tres años de locura, gastados sin provecho, no habían podido darme más que costumbres de vicio inveterado, y habían acrecentado de una manera casi anormal mi desenvolvimiento físico. Un dia, después de una semana entera de disipacion embrutecedora, invité á una orgia secreta en mi habitacion. Nos reunimos á una hora avanzada de la noche, porque nuestra crápula debía prolongarse religiosamente hasta el dia. El vino corría libremente, y otras seducciones que más peligrosas quizás no habían sido olvidadas, si bien que como el alba empalidecía el cielo en el oriente nuestro delirio y nuestras estravagancias habían llegado á su apojeo. Furiosamente inflamado por los naipes y por la embriaguez me obstinaba en