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EDGAR POE.

de que ya he hecho mencion, aprovechándome de que todo el mundo estaba entregado al sueño, me levanté de mi lecho, y con una lámpara en la mano, me deslicé á través de un laberinto de estrechos pasillos desde mi dormitorio al de mi rival. Había maquinado largamente á su costa una de estas ruines burlas, una de estas malicias en las cuales había tan completamente fracasado hasta entonces. Tenia el pensamiento de poner mi plan en ejecucion y resolví hacerle sentir toda la fuerza del encono de que estaba lleno mi pecho. Al llegar á su gabinete, entré en él sin hacer ruido, dejando mi lámpara á la puerta con un tragaluz encima. Avancé un poco, y escuché el ruido de su tranquila respiracion. Ciertamente estaba completamente dormido, volví á la puerta, tomé mi lámpara y me aproximé nuevamente al lecho. Estaban cerradas las cortinas, las abrí dulce y lentamente para poner en ejecucion mi plan, pero una luz viva cayó de lleno sobre el dormido y al mismo tiempo mis ojos se clavaron en su fisonomía. Miré; y un estupor, una sensacion de hielo, penetraron instantáneamente todo mi sér. Mi corazon palpitó, mis piernas vacilaron, toda mi alma fué presa de un intolerable é inesplicable horror. Respiré convulsivamente, y acerqué más la lámpara á su rostro. Eran aquellas, eran aquellas ciertamente las facciones de Willian Wilson. Veia claramente que eran sus facciones, más temblaba, como presa de un acceso de fiebre,