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HISTORIAS ESTRAORDINARIAS

nudosos y gigantescos, y en la que todas las casas eran de una remotísima antigüedad. En verdad, era un lugar que semejaba un sueño, y nada mejor para encantar el alma que esta venerable ciudad antigua. En este mismo momento siento en mi mente el susurro refrigerante de sus avenidas profundamente sombrías; respiro la emanacion de sus mil sotos, y me estremezco aun, con indefinible voluptuosidad, á la profunda y sorda nota de la campana, desgarrando á cada hora, con rugido súbito y moroso, la quietud de la obscura atmósfera en la cual se escedía adurmiendo al campanario gótico erizado de picos.

Tal vez encuentro tanto placer, como me es dado esperimentar en este momento, distrayendo mi pensamiento con estos recuerdos minuciosos de la escuela y sus ilusiones. Hundido en la desgracia como estoy, desgracia, ay de mí! que es demasiado, ved! se me perdonará el buscar un alivio, bien corto y ligero, en estos pueriles y divagadores detalles.

Además, aunque absolutamente vulgares y risibles por sí mismos, toman en mi imaginacion una importancia circunstancial, á causa de su íntima conexion con los lugares y la época en que distinguí los primeros preludios ambiguos del destino, que desde entonces me han envuelto tan profundamente en su sombra. Dejadme, pues, recordar.

Ya he dicho, que el edificio era antiguo ó