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EDGAR POE.

agradarle ver esta divinidad. No necesita usted mirar al cielo; su magestad el Sol no está allí, al menos el Sol adorado por los sirios. Esta deidad se encuentra en el interior del edificio, situado allá abajo. Es adorada bajo la forma de un gran pilar, cuya punta termina en un cono ó pirámide, por lo que está significada la pira, el Fuego.

— ¡Oiga usted! ¡Mire usted! Quiénes serán esos seres ridículos, medio desnudos, con la cara pintada, que con tantos gestos y gritos á la turba se dirigen?

— Algunos, aunque pocos, son saltimbanquis: otros pertenecen particularmente á la raza de los filósofos, y la mayor parte, que casi siempre dirijen á palos al populacho, son los altos dignatarios de palacio, que ejecutan, como es su obligacion, alguna escelente rareza, de invencion del Rey.

— ¡Pero hélos de nuevo! ¡Cielos! La ciudad es un hormiguero de bestias feroces! ¡Qué espectáculo tan terrible! ¡Qué singularidad tan peligrosa!

— Terrible, si quereis; pero peligrosa ni pizca. Cada animal, observadlo, marcha tranquilamente, trás su dueño. á algunos los llevan atados con una cuerda al cuello, pero solo porque pertenecen á las especies más tímidas ó más pequeñas. El leon, el tigre, el leopardo marchan con entera libertad. Se les ha educado sin la mas mínima dificultad para su profesion; y siguen á