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HISTORIAS ESTRAORDINARIAS

— Justamente.

— ¡Qué infinidad da palacios suntuosísimos!

— En efecto.

— ¡Y esos numerosos, y magníficos templos pueden compararse con los más célebres de la antigüedad!

— Debo concedéroslo. Sin embargo, veo un sin fin de chozas hechas de tierra, y de abominables barracas; y preciso es que hagamos constar la maravillosa abundancia de inmundicias, que por todos los arroyos corre; y gracias á la inmensa humareda del incienso idólatra, que sino mal podriamos aguantar el intolerable hedor que de ellos se desprende. ¿Habeis visto jamás calles tan insoportablemente estrechas y casas tan prodijiosamente altas? ¡Qué oscuridad proyectan sus sombras en el suelo! Es una dicha que tantas lámparas, suspendidas en esas interminables columnatas, alumbren todo el dia; pues sinó tendríamos aquí las tinieblas del Egipto en los tiempos de su desolacion.

— ¡Verdaderamente es este un sitio estraño! ¿Qué significa aquel singular edificio de allá abajo? ¡Miradle! ¡domina á los demás y se estiende á lo léjos al Este del que parece ser el palacio del rey!

— Es el nuevo templo del Sol, adorado en Siria, bajo el nombre de Elah Gabala. Andando el tiempo, un famosísimo emperador romano institituirá su culto en Roma, y por ende se llamará Heliógabalo. Aseguro á usted, que mucho ha de