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HISTORIAS ESTRAORDINARIAS

más que á un solo resultado. Yo razonaba así, por ejemplo: cuando dibujé mi escarabajo, no habia ni sombra de cráneo alguno sobre el pergamino y cuando hube concluido mi dibujo y os lo dí, no os quité el ojo hasta que me lo hubísteis vuelto. Por consecuencia no érais vos quien habíais dibujado el cráneo, y no habia aquí ninguna otra persona para hacerlo. No habia sido creado por la accion humana, y no obstante, lo veia, estaba allí, á mis ojos!

Llegando á este punto de mis reflexiones, me apliqué á recordar y recordé en efecto, y con una perfecta exactitud, todos los incidentes acaecidos en el intérvalo en cuestion.

La temperatura era fria: ¡oh feliz, y rara casualidad! y un gran fuego ardia en la chimenea. Estaba suficientemente acalorado por el ejercicio, y me senté cerca de la mesa.

Vos, entretanto, habíais puesto' vuestra silla muy cerca de la chimenea. Justamente en el momento en que os puse el pergamino en la mano, y al irlo vos á examinar, Wolf, mi terra-nova, entró y saltó sobre vuestras espaldas. Le acariciásteis con la mano izquierda, y tratábais de echarlo á un lado, dejando caer descuidadamente vuestra mano derecha, la que tenia el pergamino, entre vuestras rodillas y muy cerca del fuego. Creí un momento que la llama iba á alcanzarle, é iba á recomendaros el cuidado, más antes que hubiese hablado, lo retirás teis, y os habíais puesto á examinarle.