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HISTORIAS ESTRAORDINARIAS

—Si, amo.

—Ten atencion: encuentra el ojo izquierdo del cráneo.

—¡Oh! oh, ¡esto sí que es divertido! No tiene ojo izquierdo.

—Maldito estúpido! ¿Sabes distinguir tu mano derecha de tu mano izquierda?

—Si lo sé; lo sé todo eso; mi mano izquierda es esta con la cual corté la madera.

—Sin duda, eres zurdo, y tu ojo izquierdo está del mismo lado que tu mano izquierda. Ahora supongo, que puedas encontrar el ojo izquierdo del cráneo, ó el sítio donde estaba el ojo. Lo has hallado?

—El ojo izquierdo del cráneo es tambien el del mismo lado de la mano izquierda del cráneo? Pero el cráneo no tenía manos. Esto no importa nada, ya he hallado el ojo izquierdo: hé aquí el ojo izquierdo. ¿Qué es preciso hacer ahora?

—Vé largando el escarabajo á través, tan léjos como dé de sí el bramante; pero guárdate de soltar la punta de la cuerda.

—Ya está hecho, amo Will: es cosa fácil hacer pasar al escarabajo por el agujero; mirad; vedle bajar.

Durante este diálogo, el cuerpo de Júpiter había quedado invisible, pero el insecto que dejaba caer aparecía á la punta de la cuerda, y brillaba como una bola de oro bruñido á los últimos rayos del sol poniente, de los cuales algu- |