ladríllo varía desde 1 2 á 1 3 milímetros hasta 2 centímetros crecidos. Llevan castillos y águilas, sobre unos escudos que al estamparse en la diagonal de la loseta, ya dicen que la colocación de estos azulejos hubo de ser en losange. Los perfiles del castillo y los filetes que determinan y encierran el escudo se obtuvieron evidentemente por impresión de molde. Todo el azulejo está bañado de un solo color: es propiamente el vidrio melado, ó séase el esmalte semi-transparente y acaramelado, peculiar de nuestra cerámica morisca. El baño recubre las aristas, pero resaltan éstas en claro por el menor grueso del vidrio en ellas, transparentándose el tono amarillento y claro del ladrillo sevillano El color y la calidad del esmalte varían bastante en estos azulejos, en razón, sin duda, á inseguridad del procedimiento técnico, aparte las alteraones del vidrio, que se han producido por efecto de humedad, al permanecer las losetas enterradas por espacio de varios siglos. Así se esplican, por acción del salitre, los desconchados del esmalte, aun en ejemplares cuyos relieves no aparecen desgastados. Las losetas' que llevan águila suelen medir en algunos ejemplares unos dos milímetros menos que las que llevan el castillo, acaso por mayor contracción de la tierra, cocida á mayor temperatura en el horno. El águila está moldeada en relieve sobre el escudo y vidriada en negro, ó más bien del color morado obscuro y tostado, que se obtiene del manganeso. El campo del escudo y todo el fondo de la loseta llevan el baño melado de alcohol. Dada la transparencia de este esmalte pensamos que el negro se pudo obtener en estos azulejos manchando la figura del águila en seco sobre juaguete, antes de darse el vidrio. Son contrarias á este parecer opiniones que entre las más autorizadas en el orden técnico deben reputarse: entendiendo que se han empleado realmente dos esmaltes, el melado y el que llevara el manganeso. Explícase mejor así, sin duda, la circunstancia de haberse corrido mucho el negro en alguna de estas losetas tanto por escupirse los esmaltes al fuego, como por la mayor dificultad de sujetar al uno de ellos sobre los relieves de la figura.» (Véase la lámina en color). Cuando en 1885 nos ocupábamos en dirigir la restauración de la capilla de fábrica mauritana que la hermandad de la Piedad posee en
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LOS AZULEJOS DE SANTA MARINA