por las más antiguas entre las de su género. No olvidaremos la caprichosa incrustación que se advierte en el plinto del muro de la derecha de entrada, que se compone de dos figurillas representando unos pequeños animalejos vidriados de colores, perfectamente recortados y embutidos en sendas piezas blancas. En resumen: los zócalos á que nos venimos refiriendo merecen ocupar señaladísimo puesto entre los mejores ejemplares de la cerámica mudejar española por la variedad de dibujos, por la brillantez de los esmaltes, por la finura y primor del corte de sus infinitas piezas, y por la extensión considerable que comprende. No es posible hacer un estudio especial de todos los demás zócalos que adornan las cámaras y aposentos del Alcázar sevillano; pues sólo este estudio puede y merece ser objeto de una especial monografía, no sólo por la variedad de dibujos, sino por el número considerable de aquéllos; en su virtud, nos limitamos á mencionarlos omitiendo los pormenores de su descripción.
Antes de terminar esta breve reseña, parécenos oportuno, sin embargo, consignar las dudas que han asaltado á algunos arqueólogos con respecto á la clasificación de los zócalos del Patio de las Doncellas, fundados en las consideraciones siguientes: Si nos fijamos en las techumbres de las galerías en que aquelllos se encuentran, reconoceremos que datan del tiempo de los Reyes Católicos, de cuya misma época proceden otras varias que actualmente enriquecen algunos salones del Alcázar. Compruébase por el examen de muchas partes del Palacio, que aquellos monarcas efectuaron en él grandes obras de reparación, y si se advierte que en sus días había permanecido tan viva la tradición de los procedimientos cerámicos, continuando muy en boga el empleo de la obra musivária, por lo cual eran numerosas sus aplicaciones, compréndese á primera vista, la dificultad que se ofrece para fijar de una manera precisa la verdadera época de cualquiera de las del género de que tratamos. Unos mismos eran los barros y los esmaltes, idéntica la fabricación, enteramente igual el gusto artístico, y hasta los artífices, hijos y nietos de aquellos maestros. De otra parte, también el lapso de tiempo relativamente corto, y además consta de manera fehaciente que en los días de Don Femando y