«¿Cual es el motivo que hace que Sazie fuera el iniciador de esta época?—pregunta el Dr. Valderrama.[1]
Es porque hay en la historia de nuestro arte un momento que tuvo inmensa influencia en el progreso de la medicina y que está marcado en la historia general por los trabajos del inmortal Laennec: sin Laennec no puede practicarse la medicina. Sus trabajos sobre la auscultación y sobre la anatomía patológica cambiaron la faz de nuestro arte, levantaron la práctica de la medicina á una inmensa altura. Sazie, al llegar á Chile, venia empapado en las ideas de Laennec; había asistido á aquella lucha gigantesca en que el autor de la medicina fisiológica, polemista apasionado y ardiente, se estrellaba contra la serenidad pensadora del ilustre anátomo-patologista de la escuela de Paris.
En vano Broussais, usaba de todas las armas de la polémica contra Laennec; á la burla, al sarcasmo de aquél, contestaba el último publicando el resultado de sus observaciones; y el sarcasmo pasó, y sobre la arena del combate se alza hoy, coronada de laurel inmortal, la figura de Laennec vencedor.»
El 17 de Abril de 1833, fué día de fiesta para la ciudad de Santiago y una fecha histórica para la República de Chile.
El presidente don Joaquin Prieto y el ministro don Joaquin Tocornal, inauguraron con inusitada pompa las aulas de la primera Escuela de Medicina.
La perseverancia, la razón y el patriotismo vencían al fin, después de tres siglos de estagnación intelectual bajo el réjimen colonial y veintitrés años de lucha, de incertidumbres y esperanzas dentro del nuevo camino de la libertad.
El Dr. Blest, presidente del Protomedicato y profesor de la clase de medicina, á quien le cupo la honra de declarar abierto el primer curso médico de Chile, pronunció un meditado y conceptuoso discurso, programa de la escuela, el cual exponemos en sus partes más interesantes para el fin histórico de este archivo:
«El constante y ardiente deseo de mi vida, dice el referido profesor, ha sido el coadyuvar á la benéfica tendencia, digni-
- ↑ Historia de la Medicina en Chile, discurso leído por el Dr. Adolfo Valderrama, en la inauguración del edificio de la actual Escuela de Medicina.—1899.