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El presidente Guill y Gonzaga, y el oidor Traslaviña, dieron gran impulso á estas obras en los años 1763 y 66.

La historia del agua potable de la capital, es pues larga en el primer período de su establecimiento; numerosos son los estudios y discusiones á que ha dado lugar, y aún, hoy por hoy, es causa de activas preocupaciones de la autoridad, ya para el aumento de su caudal como para el mejoramiento de sus condiciones higiénicas.


§ II.


Las medidas preventivas que nuestros antepasados tomaron, en épocas de epidemias fueron vigorosas.

Las cuarentenas y cordones sanitarios, se organizaron algunas veces con bastante regularidad para aquellos tiempos; y sus infracciones fueron penadas con severidad.

Los documentos más antiguos que hemos hallado sobre imposición de cuarentenas se remontan al 20 de Noviembre de 1589. En dicha fecha el Cabildo sostuvo una larga discusión referente á las medidas que se debían tomar para precaverse de varias enfermedades que se habían desarrollado en el Perú, con carácter epidémico, como ser las viruelas, el sarampión y el tabardete. Con este motivo el Gobernador don Alonso de Sotomayor y varios señores cabildantes demostraron tener más criterio médico que los facultativos Alonso del Castillo y Damián de Mendieta; pues mientras el Gobernador ordenó que no entrase por los puertos ninguna clase de ropa y bultos sin abrirlos y orearlos detenidamente, apesar de las protestas de los mercaderes, medida que fué adoptada por los miembros del ayuntamiento, en tanto, los indicados médicos dijeron que no había inconveniente en que se admitiese la ropa de lugares ó buques infestados y que menos necesidad había en abrir los bultos. Con motivo de esta misma discusión, el alcaide Agustín Briceño opinó que los que arribasen en navíos y que hubiesen tenido algunas de las enfermedades antedichas, debían ser reembarcados inmediatamente sin que pudiesen salir de abordo durante cuarenta dias so pena de la vida», y que las demás personas y mercaderes del mismo buque contagiado pasasen á un sitio determinado, como ser á Casablanca ó al Paso de Zapata, á sufrir también igual cuarentena, sin que ningún extraño á los desembarcados pudiese tocar las ropas y bultos