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tarral llamada, vulgarmente, quebranta-huesos.—la grippe, sin duda—y que hacía grandes estragos en el Perú, según nota del virrey al presidente de Chile.

En esta ocasión el Cabildo se reunió, extraordinariamente, para tomar las determinaciones más convenientes, á fin de «evitar é impedir todas las causas que puedan, corrompiendo el ambiente, introducir el contagio,» pidiendo al mismo tiempo al gobernador que, en vista de ser «su preservación, la mayor limpieza y aseo de la ciudad, ordenase por bando que todos los vecinos limpien sus acequias y que boten fuera de la ciudad las inmundicias.»

Estas medidas se llevaron á cabo con alguna regularidad, agregando el gobernador una ordenanza sobre cuarentenas, en la rada de Viña del Mar, para los navíos procedentes del Callao y con escala en Valparaíso.

El reglamento más completo sobre salubridad, de la era colonial, fué dictado por el Marquez de Vallenar, don Ambrosio O'Higgins, y puesto en vigencia el 19 de Agosto de 1788.

En cuanto á la higiene privada, se puede decir que casi no existía; los usos más elementales sobre las personas ó lo medios de vida eran descuidados, cuando no ignorados, asemejándose en sus hábitos á los propios de los naturales.

En los hospitales, tampoco se cuidaban de las reglas higiénicas.

El bachiller Jordán de Ursino se quejaba de esta negligencia , y en cuanto á la comida y trato de los enfermos dice se les daba, «por vía de mantenimiento, carne cocida con maiz quebrado que llaman chuchoca, lo cual es muy indigesto y perjudicial respecto de que el maiz es de nutrimento crasso y así mismo, de parte de noche, les dan mazamorra con miel así á los enfermos de llagas como á los de fiebres.»[1]

En esta misma comunicación, se lee que no había en San Juan de Dios, una sala para tísicos y éticos, ocasionando esta enfermedad á los que no la tenían, por lo cual el bachiller Jordan de Ursino reclamaba esta medida, hace trescientos años.[2] Aconsejaba que las ropas de dichos tísicos debían destruirse, y que se habilitase una sala para agonizantes y un depósito para cadáveres, pues, á unos y otros, los acostumbraban dejar expuestos ante los demas enfermos empeorándolos por el

  1. Arch. del M. del I.— Vol 963.
  2. Sólo ahora con las modificaciones en la administración de la beneficencia pública, en la cual toma mayor parte el elemento médico, y debido á la mayor actividad de las autoridades civiles y sanitarias, se estudian medidas sobre el servicio y aislamiento en hospitales y sanatorios, de dichos enfermos. En provincias no se han llevado á cabo aún estas reformas.