Página:Historia general de el reyno de Chile - Tomo I.djvu/49

Esta página ha sido corregida
XL
PREFACIO.

En cuanto a las demas historias jenerales de Indias que se ocupan particularmente de nuestro suelo, como la de Oviedo, la de Herrera i la de Toledo, son mui anteriores a la presente, fuera de que consagran sus noticias más al descubrimiento que a la conquista, miéntras que aquellas que se imprimieron por hijos del pais i versaban especialmente sobre éste, como la de Melchor del Aguila i la de Isaac Yáñez, que cita Molina, han desaparecido como por via de maleficio del comercio del mundo, al punto de no existir en biblioteca alguna conocida un solo ejemplar de ellas [1].

La historia de Rosales ocupa, por consiguiente, el promedio de aquellas viejas crónicas i las mas modernas de Córdova-Figueroa, Olivares, Molina, Perez Garcia; i de esa suerte ata la hilacion de las unas a la de las otras, dando cuerpo de unidad a toda nuestra historia colonial.

A su arribo a Chile, el padre Rosales no pudo ménos de encontrar en vida a muchos de los hijos de los primitivos conquistadores, como que consta de la historia que uno de los propios compañeros de Valdivia alcanzó a divisar las luces del siglo en que el jesuita escribiera su crónica. El mismo cuenta en diversos pasajes que disfrutó los informes personales del célebre soldado don Diego González Montero, el único chileno que durante la colonia subiera hasta los honores del primer puesto del reino, i cuyas hazañas, hasta hoi no conocidas, en nada desdicen de las aplaudidas de su contemporáneo el ilustre Pedro Cortés.

En otra ocasion, narrando las sangrientas campañas del presidente Sotomayor, a últimos del siglo XVI, dice de don Femando Alvárez de Toledo, el autor del Puren Indómito i que tuvo casa infanzona en una de las esquinas de la plaza de armas de Santiago, que era "un caballero andaluz mui valeroso i mui cristiano, que se halló presente, i es quien me a dado mucha de la materia de este gobierno" (el de Sotomayor). Otro tanto puede decirse de próceres del coloniaje cuyos nombres ha hecho desaparecer, mas que el olvido, la incuria de las jeneraciones, como el sarjento mayor Romay de los tercios de Arauco (empleo de gran consideracion en aquel tiempo), que escribió una crónica militar contemporánea, i como tal refirió la verdadera vida de la Monja-alférez, su compañera en las filas, vida que por cierto dista mucho del disparatado romance que se ha conocido por mas de doscientos años como su autobiografía. Con relacion a sus contemporáneos, puede por tanto decirse que Rosales es el Garcilaso de Chile.

Aconteció tambien que por los mismos años en que el padre Rosales vino a Chile, un alto funcionario público, el culto presidente Fernández de Córdova nada ménos, estaba ocupado en coleccionar a toda costa los materiales de una gran historia de esta nacion maravillosa en que la crónica era siempre una epopeya, i esos mismos tesoros de nuestro pasado vinieron por algun acaso a parar en manos del dilijente jesuita despues de


  1. Posteriormente, segun el testimonio del apreciable jóven escritor don José Toribio Medina, que ha regresado recientemente de Europa, se sabe que existe un ejemplar de la historia de Melchor del Aguila en la biblioteca pública de Boston (Estados Unidos) i que la obra de Yáñez se encuentra en algunas bibliotecas de Europa traducida al holandes.