PREFACIO.
(Vicente Salvá.—Noticia sobre el manuscrito de la Historia de Chile por Diego de Rosales, publicada en los "Ocios de los españoles emigrados," vol. III, páj. 544. Londres, 1825).
"Nuestros deseos i nuestras esperanzas son los mismos que con tanta animacion manifiesta el erudito escritor peninsular, con la sola diferencia, empero, que la mano poderosa que él ambicionaba para lanzar esta crónica a los vientos de la publicidad, no sea la siempre frájil de un solo hombre, sino la del pais entero."
B. Vicuña Mackenna.—(Juicio crítico sobre la Historia jeneral de Chile por Diego de Rosales, leido en la conferencia pública celebrada por la Facultad de Humanidades de la Universidad de Chile el 19 de diciembre de 1871).
La Historia jeneral del Reino de Chile por el padre Diego de Rosales es sin disputa un verdadero monumento nacional. Antigua, auténtica, comprobada, revestida del prestijio de los siglos, escrita, no solo por un testigo de vista sino por un actor culminante i adornado de raras dotes literarias, no podrá ménos, hoi que por la primera vez despues de dos siglos se da a luz con infinitos esfuerzos i no pequeños sacrificios, de ofrecer una estraordinaria novedad i mayor autoridad. Es la única obra completa sobre su época, i si bien ésta no pasa mas allá de los primeros 117 años del descubrimiento (1535-1652), deja mui atrás a los cronistas puramente militares que se han ocupado de esa Era, como Góngora Marmolejo, que termina su relacion en 1575, o Marino de Leyera, que llega apénas algo mas léjos. Otro tanto podria decirse de nuestra mas célebre crónica relijiosa del siglo XVII, la Historia del padre Ovalle, porque ésta, en cierta manera, no fué sino un compendio de la inédita de Rosales, segun el último lo asevera terminantemente, declarando que aquel candoroso narrador—"se refirió varias veces (son sus palabras, cap. XVIII, lib. I) a esta historia jeneral, por haber escrito el padre Alonso de Oyalle en España i no tener las noticias suficientes." I vuelve a repetir este concepto en varios otros pasajes, llamando, empero, con una cortesía poco frecuente en los autores de esa época, "curiosa, elegante, aunque breve historia," la larguísima i milagrosa del buen padre predecesor suyo en el molde de las imprentas.