CAPITULO XXIX.
Son estos indios de Chile los mas barbaros de las Indias, porque ni conocen al verdadero Dios, ni tienen otros dioses falsos ni idolos que adorar, y assi no saben de religion, culto ni adoracion, ni tienen sacrificios, ni offrendas, ni invocaciones. Solo invocan al Pillan, y ni saben si es el demonio ni quien es; mas, como se les aparece a los hechizeros y les habla, les da a entender que es alguno de sus parientes o caciques difuntos, y como a tal le hablan, sin hacerle adoracion. Y como no han tenido noticia del verdadero Dios, assi tampoco la han tenido de los angeles, ni de los buenos que nos guardan, ni de los malos que cayeron y nos persiguen...[1] el consiguiente, no saben de pena.
Acerca de las animas... [1] en vanos herrores, y distinguen....[1] suertes de personas, los caciques y gente noble, los soldados y la demas gente plebeya, hombres y mugeres. Los caciques dizen: que en muriendo se convierten sus almas en Moscardones y que se quedan en los sepulcros, y de alli salen a ver a sus parientes y se hallan con ellos en las fiestas y las borracheras; y assi, en ellas el primer jarro de chicha que han de beber suelen derramar parte de él o todo para que beban sus caciques y parientes difuntos. Y en sus casas, quando almuerzan y beben el primer jarro de chicha, meten primero el dedo y asperjan (como quando echamos agua bendita) a sus difuntos, diziendo Pu am, que es como brindando a las almas, que con esta palabra am significan las almas de los diffuntos. Y los hechizeros, en todas las invocaciones que hazen, llaman a las almas de los diffuntos diziendo: Pu am; no al Demonio expresamente, que no le conocen, aunque él es el que