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DIEGO DE ROSALES.

que importa poco, y ay muchas y hazen menos falta que los hombres. Graciosa imaginacion y singular observancia, como la de los Japoneses, que observan comer con dos palitos, sin tocar a la comida, y hazen burla de los Españoles quando les ven comer y coger la comida con los dedos. Y en un festexo hizieron las damas y la Reyna una comedia, y una se fingió mercader y que traia a la Reyna cosas muy curiosas para que comprasse, y sacó un fardo de manos, y riéndose todos de la mercaderia, dixo la Reyna: "no se ria nadie, que esta es mercaderia de mucho precio para los portuguesses, que como comen con la mano han menester una mano para comer con limpieza el arroz, y otra para la carne, y otras para los demas guisados:" con que se celebró la gracia. Para estos indios pudiera ser buena mercaderia la de las cucharas porque no se chupassen los tuetanos, y para las indias mejor la de las manos para que tubiessen manos que remudar en chupándose los tuetanos de las uñas, con que no se embegecerian.

Tambien pudieran estimar esta mercaderia de manos estas indias para tener manos para limpiar los platos de los maridos, porque en estando en algun convite o fiesta de estas, si a un indio le ponen un plato le ha de volver limpio y sin cosa ninguna pegada a él, so pena de incurrir en una gran descortesia y poca urbanidad, y assi en comiendo lo que le parece del plato, se le da a su muger para que le limpie y le vuelva. Y el modo de limpiarle es raiéndole con los dedos y chupándolos, y luego con toda la mano, volviéndola a chupar. Con que no les quedan tuétanos a las desdichadas con tanto chupar. Y lo sienten ellas harto, pero no puede ser menos por falta de agua y por no faltar a la cortesia y volver limpio su plato y el del marido. Lo mismo hazen con los jarros de chicha con que se brindan, que los limpian con los dedos y los buelven a los que brindaron con ellos. Y en volver los platos y los jarros a la misma mano de donde salieron ay grande puntualidad, y es un punto de cortesia tan forzoso que aunque se aya ido a otra parte el que hizo el brindis, la muger o el hijo del brindado ha de irle a buscar donde quiera que esté y entregarle en su mano el jarro.

Es el sainete de las fiestas el comer alguna carne cruda, y el que haze la fiesta haze traer, quando todos están bebiendo, una batea llena de pedacitos de carne cruda, revuelta con sal y agi o pimiento, que es lo mismo, y va passando, y cada uno toma un pedacito, como de letuario, y otro les va dando como aguardiente un basito de chicha muy picante, y sábeles mexor la carne cruda, porque dizen que la assada o cocida ha perdido la sustancia. Y cuando han estado una noche sin dormir cantando y bailando, y se hallan desvanecidos, hazen un guisado que dizen que les quita el desvanecimiento y les conforta para proseguir con el canto y el baile y el beber. A este guisado llaman vailelcan, que quando sale por la mañana los alegra a todos y le reciven con grande aplauso, porque les repara la cabeza y les afila las ganas, aunque siempre están de buen corte y jamas se embotan, por mas botas que empinen. Este guisado es una gran batea de marisco, con una cuchara y un agi encima solo, y aunque sean mil indios ha de passar a todos la batea y cada uno toma solo una cucharada de aquel letuario y chupa el pimiento sin morderle, porque es descortesia que aquel mismo pimiento ha de servir para los dias siguientes y para otras fiestas, porque acabada aquella, le clavan en un palito y le guardan por memoria y para el mismo effecto. Y con este guisado