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CAPITULO XXVI.


Del modo de comer y de beber de estos indios y como aderessan la comida y la bebida.


Comen en el suelo.—Aunque les pongan el plato delante no han de comer hasta que de allí a un rato lea dizen que coman.—La comida ordinaria es papas como batatas.—Los araucanos las comen con greda que llaman Rag.—Comen mucha de la carne cruda.—La carne la sancochan levemente.—Cuessen muchas mugeres en una olla su carne, y el marido los reparte a pedazos tirándolos como pelota.—Cada uno trae su salsa de sal y agi en una volcita.—Hazen un guisado que llaman locro.—Los hombres solo comen con cuchara, porque dizen que si no, se chupan los tuétanos y pierden el vigor y se enbegessen.—Las mugeres no comen con ellas porque no han de ser soldados, y importa poco.—Han de volver el plato limpio, y las mugeres limpian con los dedos, el plato de los maridos.—Lo mismo hazen con los jarros, y los vuelven al que brindó.—Comen carne cruda por regalo.—Hazen por la mañana un guisado que les quita el desvanecimiento de cabeza de estar una noche bebiendo.—Hazen la chicha de todo género, molido y cocido.—Hazen una muy espesa de levaduras que emborracha, y le llaman Mechol.—En llegando uno a una casa le ponen una botija que beba, al salir un cántaro, y a caballo otro.—Las indias se juntan de noche a moler y cantar para hazer la chicha.—Las viejas hazen levadura mascando la harina, y suelen echar con ella una muela.—Cuesen la chicha y en guardándola mucho se azeda y es la mejor ya vinagre, y es chicha añexa.—El vinagre les sabe bien y dizen que es vino añexo.


El modo de comer de estos indios no es en mesas con manteles ni servilletas, sino que en el suelo se sientan y el les sirve de mesa, donde le ponen los platos y los vasos al noble y al plebeyo. La mayor cortesia que se le haze a un huesped es ponerle un pellexo de carnero en el suelo en que se siente, y una botixa delante que se beba. Pero como no la puede beber toda y la cortesia es que brinde a los de casa, brinda con el primer jarro el señor de la casa, no solo por cortesia, sino que le ha de beber por fuerza para que se vea como no le da veneno en aquella botixa de chicha y que él bebe primero para asegurarle que no ay alli mal ninguno. Y con eso bebe el huesped y pide licencia al dueño de casa para brindar a sus mugeres y hijas y él la da con mucho gusto. El plato que se pone al huesped, aunque esté con mucha ambre, no le ha de tocar ni comer bocado asta que el dueño de casa de alli a un rato le diga que coma, y lo demas fuera poca urbanidad el comer sin decírselo. Y es esto tan asentado, que la muger le asienta el plato al marido delante, y en ninguna manera come bocado hasta que de alli a un rato le dize la muger que coma, y jamas come el marido con la muger, porque las mugeres sirven a la mesa, y aunque no sirvan, los hombres comen juntos y las mugeres aparte, y los hijos en pie o fuera de la casa.

La comida ordinaria y su pan usual son